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Actualmente, México enfrenta una crisis ambiental que, a pesar de todas las alertas, no logró revertir a tiempo. Sin embargo, aunque el panorama es poco favorable, esta problemática podría agravarse aún más si no se toman las medidas necesaria para atenderla de forma inmediata
En este sentido, entre los múltiples y complejos problemas ambientales presentes en el país –que, de continuar así, llevarían a México a una verdadera alerta ambiental–, destacan como los más apremiantes la escasez de agua; el ordenamiento urbano y la movilidad; la contaminación, generación de basura y concentración de residuos; la deforestación y la erosión de los suelos.
A ello se suman los problemas derivados de la generación y el consumo de energía eléctrica, tales como el impacto del uso de combustibles fósiles para la generación de electricidad y el impacto de los fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor, en el suministro de energía eléctrica.
En este artículo profundizaremos en estos problemas y analizaremos los factores que llevaron a México a encontrarse en esta crisis ambiental; además, abordaremos las consecuencias a corto, mediano y largo plazo de dichos problemas y posibles soluciones para atenderlas, como es el caso de las microrredes de energía.
¿Qué es una alerta ambiental y cuándo se activa?
Una alerta ambiental es un aviso preventivo emitido por las autoridades de un país cuando se presenta el riesgo de que las condiciones ambientales –específicamente, la calidad del aire– alcancen niveles perjudiciales para la salud o el entorno. Su objetivo principal es:
- Proteger la salud pública, especialmente de grupos vulnerables como niños y personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
- Prevenir daños mayores, reduciendo la contaminación y mitigando los efectos de desastres ambientales.
- Coordinar la respuesta gubernamental, activando planes de acción como restricciones de movilidad, suspensión de actividades o conservación de recursos.
De manera puntual, cabe destacar que en la Ciudad de México se aplican algunos de los estándares más estrictos a nivel internacional –cuyas medidas de atención y acción se suelen extender a entidades aledañas como el Estado de México y Puebla–.
Mientras que en Estados Unidos se declara contingencia por ozono al superar las 200 partes por billón (ppb) en promedio de una hora, en la Zona Metropolitana del Valle de México la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) activa la primera fase de la contingencia al alcanzar 155 ppb.
Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Conforme la crisis ambiental en la Ciudad de México se ha ido agudizando, los umbrales para declarar contingencia se han vuelto más estrictos.
Por ejemplo, en la década de 1990 la Fase 1 se aplicaba con 294 ppb, y tras varias actualizaciones pasó a 199 ppb (2011–2015), 185 ppb (2015–2016) y finalmente a 155 ppb desde 2016 hasta hoy.
Desafortunadamente, aún con la aplicación de estas modificaciones, estos estándares no han sido suficientes para hacer frente a episodios críticos de contaminación, como los ocurridos en 2019, que revisaremos más adelante.
¿Qué medidas y recomendaciones existen ante una alerta ambiental?
Las recomendaciones emitidas por las autoridades frente a una alerta ambiental dependen del nivel de contaminación y de la fase en la que se encuentre la contingencia. No obstante, en los últimos años se han establecido lineamientos generales que buscan tanto proteger la salud de la población como reducir las emisiones que deterioran la calidad del aire.
En materia de salud, se sugiere primordialmente evitar la exposición a los picos de contaminación, que suelen presentarse entre las 13:00 y 19:00 horas, sobre todo en el caso de niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
A ello, se suman las siguientes recomendaciones:
- no realizar actividades cívicas, recreativas o ejercicio al aire libre durante esos horarios;
- suspender las actividades programadas por instituciones públicas o privadas;
- posponer eventos deportivos, culturales o espectáculos masivos; y
- evitar fumar y exponerse al humo del tabaco, en especial en espacios cerrados.
De manera paralela, se prioriza la promoción de medidas para disminuir las emisiones contaminantes, que cobran especial relevancia durante los días críticos de una contingencia. Entre ellas destacan:
- fomentar el trabajo a distancia, procurar realizar compras y trámites en línea siempre que sea posible;
- evitar el uso de aromatizantes, aerosoles, pinturas, impermeabilizantes o productos con solventes;
- cargar gasolina únicamente después de las 18:00 horas o antes de las 10:00 horas, así como evitar llenar el tanque más allá del primer corte de la pistola de abastecimiento;
- reparar fugas en instalaciones de gas doméstico, y reducir el uso de combustibles en casa.
Estas medidas combinadas buscan proteger a la población más vulnerable y, al mismo tiempo, reducir los contaminantes emitidos durante los días de alerta, ya que sin su aplicación se vuelve prácticamente imposible que la calidad del aire mejore.
¿Cuál es la postura de México ante una alerta ambiental?
México se encuentra entre los países que ratificaron el Protocolo de Kioto y, en varias ocasiones, ha dado muestras claras de su interés por participar en las iniciativas medioambientales y compromisos globales en materia de cambio climático y sostenibilidad. Sin embargo, sigue enfrentándose a varias problemáticas ambientales graves que afectan el cumplimiento de las metas que ha asumido al respecto.
El suministro de agua limpia la alta concentración de contaminación en los principales centros urbanos e industriales del país como la capital, Jalisco y Nuevo León, así como la creciente deforestación y pérdida de la biodiversidad en las zonas rurales de México son algunos de los problemas más urgentes que enfrenta hoy en día.
En este contexto, la disminución del crecimiento demográfico es uno de los factores que han ayudado a aliviar un poco algunas presiones medioambientales. No obstante, aún se identifican importantes áreas de oportunidad en lo que respecta a la promoción y aplicación de políticas públicas destinadas a garantizar la conservación del medio ambiente.
Si bien es cierto que en los últimos años la política ambiental mexicana se ha vuelto más robusta, particularmente en los principales polos de desarrollo económico del país, la realidad es que aún persiste una amplia brecha entre la teoría y la práctica, lo que a menudo deriva en una nula o muy limitada aplicación de las normas y reglamentos ambientales.
Cómo se afecta el medio ambiente
La política ambiental en México presenta avances importantes, pero también áreas de rezago. Mientras que en materia de calidad del aire se han establecido normas muy estrictas derivadas de antecedentes graves de contaminación, los marcos regulatorios relacionados con el uso y consumo de agua, así como con la contaminación del agua, del suelo y del aire son mucho menos rigurosos y con menor nivel de aplicación.
Así bien, mientras que por un lado, México ha mostrado interés en elevar su perfil internacional como promotor del multilateralismo ambiental, respaldando el Protocolo de Kioto y otros acuerdos ambientales en la materia, por otro lado, su economía todavía depende en gran medida del consumo de combustibles fósiles como el petróleo y el gas.
Esto ha desencadenado que importantes iniciativas gubernamentales, como la Ley General de Cambio Climático, enfrenten obstáculos en su implementación, a los que se suman los retos propios de la transición energética y la dificultad de conciliar los intereses económicos con los objetivos ambientales.
Un aspecto positivo a destacar es el paulatino incremento en la concientización ambiental en México. Desde hace una generación, tanto las autoridades como la población en general han comenzado a mostrar una mayor sensibilidad frente a los problemas ecológicos y la urgencia por atenderlos.
Esta tendencia también se refleja en sectores como el del retail, donde se observa un creciente interés entre los consumidores jóvenes por elegir alternativas sostenibles siempre que estén disponibles.
Algo similar ocurre en mercados como Europa y Estados Unidos, donde los consumidores han expresado su disposición a pagar más por productos sostenibles, lo que refleja un perfil de consumo más informado y exigente, en el que el impacto ambiental puede llegar a pesar más que el precio
Trasladado al sector industrial, esta evolución se manifiesta en el mercado inmobiliario de parques industriales, donde los inversionistas incorporan cada vez más criterios ESG en su toma de decisiones.
Al respecto, se estima que cerca del 77% de ellos continuará adoptando estos criterios en todos sus procesos de inversión, lo que impulsará la adaptación de activos no sostenibles con el fin de reducir emisiones de carbono y alinearse con los estándares globales de sostenibilidad.
Energía limpia para atender los problemas ambientales de México
En línea con esta evolución, la adopción de energías limpias y renovables también ha ganado terreno en el ámbito industrial. La implementación de paneles solares combinados con sistemas de almacenamiento de energía (BESS) se perfila como una alternativa viable y eficiente para afrontar la problemática ambiental en México, al mismo tiempo que fortalece la competitividad de las empresas.
Los sistemas fotovoltaicos, que convierten la energía solar en energía eléctrica, pueden integrarse en complejos industriales como naves, centros logísticos o de distribución, para producir energía, mientras que los sistemas BESS permiten ampliar su horario de uso, ya que almacenan y gestionan la energía fotovoltaica, volviéndola más eficiente y estable.
Además de reducir la dependencia de combustibles fósiles y, con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero, los paneles solares tienen otros beneficios ambientales: generan menos residuos que otros sistemas de generación de energía y no requieren del uso de agua, un recurso cada vez más escaso en el país.
Integrados en microrredes, también fortalecen la resiliencia energética de estos complejos al garantizar un suministro constante y confiable, incluso en zonas con infraestructura eléctrica limitada u obsoleta, o durante interrupciones totales en el suministro. Aunque su adopción aún es incipiente en México, ya existen iniciativas y políticas públicas que buscan impulsar su implementación en empresas e industrias a través de microrredes.
Además, existen diversos incentivos fiscales y alternativas de financiamiento para el uso de energías renovables que ayudan a que estas tecnologías se adopten a una mayor escala, promoviendo así un sistema energético más sostenible.
Por ejemplo, el artículo 34, fracción XIII de la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR), establece que es posible deducir en un solo ejercicio fiscal la inversión en equipos de generación renovable.
Asimismo, los mecanismos de depreciación acelerada aplicables a ciertos activos de energías limpias ofrecen la posibilidad de recuperar la inversión de manera más ágil desde el punto de vista fiscal.
No obstante, pese a los beneficios fiscales disponibles, muchas empresas aún enfrentan dificultades para destinar una inversión inicial a la instalación de sistemas de generación renovable. Esta limitante se convierte en una de las principales barreras de adopción para industrias con altos consumos energéticos y metas de sostenibilidad.
Para superar estas limitaciones, se han desarrollado esquemas de financiamiento que permiten acceder a estas tecnologías sin necesidad de desembolsar capital inicial, como el Power Purchase Agreement (PPA) o el Storage as a Service (SaaS) de Enlight.
El PPA consiste en un contrato de compraventa de energía a largo plazo, en el que la empresa paga únicamente por la electricidad generada en sitio, mientras que el SaaS ofrece el uso de sistemas de almacenamiento bajo un modelo de servicio, con cuotas fijas que incluyen operación y mantenimiento, eliminando la necesidad de invertir en la propiedad de los equipos.
Con estas alternativas, las organizaciones pueden acceder a energía limpia y confiable de manera flexible, reduciendo riesgos financieros y acelerando su transición hacia modelos operativos más sostenibles y competitivos.
Los días oscuros de México: alerta ambiental en la capital

En mayo de 2019, México enfrentó uno de los episodios de contaminación atmosférica más graves de las últimas décadas, que evidenció la fragilidad de las políticas ambientales y la falta de preparación para atender emergencias de esta magnitud.
La alerta no surgió de manera del todo sorpresiva: el 10 de mayo de 2016 la capital había registrado los niveles de contaminación más altos en 14 años, lo que motivó a organizaciones de la sociedad civil a advertir sobre el riesgo de nuevas crisis durante la temporada de calor. Sin embargo, aquellas advertencias fueron ignoradas y tres años después las consecuencias se hicieron presentes.
A partir del 9 de mayo de 2019, se presentaron una serie de incendios forestales en varios estados —incluyendo zonas boscosas de la capital, el Estado de México, Morelos e Hidalgo—, lo que, aunado a las altas temperaturas y a los vientos de baja velocidad que impedían la dispersión de contaminantes, generó una peligrosa acumulación de partículas PM2.5 en el aire.
El 14 de mayo, la estación de monitoreo de Ciudad Nezahualcóyotl reportó 158 puntos en el índice PM2.5 y 145 puntos de ozono, lo que llevó a la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAME) a declarar por primera vez la Contingencia Ambiental Extraordinaria por Partículas PM2.5.
Esta medida no solo se limitó a la Ciudad de México sino que se extendió hacia entidades vecinas como Puebla, Estado de México, Hidalgo, Morelos y Tlaxcala, ordenando la suspensión de actividades en parques públicos, restricciones vehiculares y recomendaciones a la población de permanecer en interiores con puertas y ventanas cerradas.
Pese a estas acciones, la contaminación no cedió. El 15 de mayo, la Ciudad de México llegó a posicionarse como la cuarta ciudad más contaminada del mundo según el World Air Quality. Aunque por la tarde se registraron lluvias, estas no lograron dispersar los contaminantes, lo que obligó a suspender clases en todos los niveles educativos.
Un día después, el 16 de mayo, las condiciones críticas persistieron: en Iztapalapa, por ejemplo, los niveles alcanzaron 149 puntos de partículas PM2.5, mientras que en toda la ciudad aumentaban los reportes de malestares como dolor de cabeza, irritación ocular y cansancio.
No fue sino hasta el 19 de mayo, diez días después del inicio de la crisis, que la CAME levantó la contingencia tras una mejora relativa en la calidad del aire —106 puntos en Ciudad Nezahualcóyotl— y condiciones meteorológicas más favorables.
Sin embargo, solo diez días tomó dejar en claro la vulnerabilidad de la capital ante la contaminación y la urgencia de contar con normas más estrictas y mecanismos de respuesta más eficaces.
Contaminación del aire y su impacto en la salud
Aún cuando más recientemente no se ha declarado una alerta ambiental tan severa como la de 2019, esto no significa que las condiciones ambientales actuales sean las más óptimas.
De manera particular, en las ciudades con mayor densidad poblacional y concentración de actividades industriales, la contaminación es un problema constante, progresivo y silencioso, cuyos efectos se manifiestan con mayor intensidad cuando el daño ya resulta casi irreversible.
Actualmente, de acuerdo con IQAir, México se encuentra en la posición 55 de los países más contaminantes del mundo, y no es casualidad que sus 10 ciudades con peores indicadores se ubiquen en los principales polos económicos e industriales del país:
# |
Ciudad / Municipio |
Estado |
PM2.5 |
1 |
Santa Catarina |
Nuevo León |
66 |
2 |
San Pedro Garza García |
Nuevo León |
65 |
3 |
Cuautitlán |
Estado de México |
62 |
4 |
Tultitlán |
Estado de México |
59 |
5 |
Monterrey |
Nuevo León |
58 |
6 |
San Nicolás de los Garza |
Nuevo León |
54 |
7 |
Álvaro Obregón |
Ciudad de México |
50 |
8 |
General Escobedo |
Nuevo León |
50 |
9 |
Guadalajara |
Jalisco |
50 |
10 |
Juárez |
Chihuahua |
44 |
En ese contexto, México ha atravesado algunos de sus días más oscuros: el smog —una mezcla de humo y contaminantes— provocado principalmente por el tráfico vehicular puede alcanzar tal densidad en la Ciudad de México que respirar se vuelve casi imposible.
¿Pero cuál es el impacto real de esta problemática? Más allá de su tangible impacto en el ambiente, el smog (niebla mezclada con humo y sustancias contaminantes) a causa de la contaminación vehicular puede alcanzar tal densidad –especialmente en las ciudades listadas arriba–, que realizar una tarea tan simple y habitual como respirar, se puede volver casi imposible.
Esto ocurre debido a la alta concentración de ozono en el ambiente. El ozono es un gas irritante y muy oxidante que afecta principalmente a las mucosas. La contaminación por la alta concentración de ozono afecta principalmente los sistemas respiratorio y cardiovascular.
Sumado a esto, el denso smog en la ciudad en días sin viento sólo empeora las cosas. Esta niebla densa, causada por una serie de incendios es alarmante. Causa efectos irreparables a la salud humana. Respirar ese aire es riesgoso para todo aquel que lo haga.
Además, este nivel de contaminación afecta en mayor medida a los niños, pues limita su crecimiento pulmonar, les causa irritación en los ojos, escurrimiento nasal y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
En México, la producción de energía eléctrica es una de las principales fuentes de contaminación del aire. La quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, libera gases tóxicos como el dióxido de carbono, el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, lo que contribuye a la contaminación del aire y a una serie de problemas ambientales, como el cambio climático y la lluvia ácida.
Sin embargo, una solución viable para abordar esta problemática del aire en México es la energía solar. Los paneles solares son una fuente de energía sostenible que no emite gases de efecto invernadero. Además, la instalación de sistemas de almacenamiento de energía permite que la energía solar se pueda almacenar para su uso posterior, lo que garantiza una fuente constante de energía.
Esto significa que aunque el sol no esté siempre brillando, la electricidad generada durante el día se puede almacenar para su uso por la noche.
En México, el uso de paneles solares y sistemas de almacenamiento de energía se está expandiendo rápidamente. Esto se debe en parte a los esfuerzos para incentivar la producción de energía limpia y renovable y también a la creciente conciencia pública sobre la importancia de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.
El uso de paneles solares junto con almacenamiento de energía puede ser una solución viable para abordar la problemática de la contaminación del aire en México. Estas tecnologías ofrecen una alternativa limpia y sostenible al uso de combustibles fósiles y México tiene un camino más claro para avanzar hacia un futuro más seguro y sostenible.
Una crisis que se pudo prevenir

Expertos en el área concluyen una cosa: el escenario catastrófico de 2019 pudo haberse prevenido. Los científicos mexicanos concuerdan que se necesitaban planes de acción claros para los meses más calientes, pues cada año es común que ocurran incendios debido a las altas temperaturas en mayo y junio.
México ha registrado más de 7,000 incendios forestales anuales que han quemado más de un millón de hectáreas, exacerbados por condiciones climáticas de abundantes sequías y las altas temperaturas agravadas por fenómenos como las olas de calor. Aunque las precipitaciones han ayudado en algunos casos, la falta de un enfoque preventivo robusto sigue resultando en que cada año se enfrente esta crisis.
Por otra parte, los expertos consideran que los planes de contingencia no son suficientes. Las medidas, que se han enfocado en limitar la movilidad, causan mínimo impacto. Solo evitan que el problema empeore a corto plazo.
Sin embargo, se puede anticipar que, de no tomarse medidas más contundentes en materia ambiental, los próximos años serán peores. La concientización debe incrementarse y las autoridades deben capacitarse para enfrentar el problema. Es importante que en sectores como el industrial se promuevan estilos de operación más sustentables y menos contaminantes.
Los expertos consideran ciertas medidas que deben tomarse. Se deben diseñar cuidadosos planes de acción y contingencia. Se debe promover la producción sostenible a través de la eficiencia operativa y concientizar sobre la movilidad no motorizada.
Por ejemplo, derivado de la crisis ambiental del 2019, la CAME presentó el “Programa para Prevenir y Responder a Contingencias Ambientales Atmosféricas”, una serie de acciones y reformas a la normatividad ambiental, entre cuyas principales modificaciones, resaltan:
Fase |
Criterios de activación |
Medidas principales |
Fase Preventiva |
- Previsión de ozono para el día siguiente mayor a 140 puntos con 70% de probabilidad. - Partículas suspendidas (PM10 y PM2.5) mayores a 135 puntos. |
- Campaña preventiva a la población. - Restricción de circulación del 50% de vehículos oficiales (gobierno local, municipal, federal y alcaldías de la CDMX). - Suspensión de trabajos de mantenimiento en infraestructura urbana. |
Fase I |
- Alcanzar 150 puntos de ozono, o bien 150 puntos de partículas suspendidas (PM10 y PM2.5). |
- Medidas de restricción vehicular y reducción de emisiones establecidas por el Programa de Contingencias. |
Fase II Combinada |
- Niveles de ozono mayores a 150 puntos y PM2.5 mayores a 140 puntos, u ozono mayor a 140 puntos y PM2.5 mayores a 150 puntos. |
- Medidas reforzadas de reducción de emisiones, ampliación de restricciones vehiculares y suspensión de actividades contaminantes. |
Sin embargo, aunque este programa representó un avance importante tras la crisis de 2019, las medidas siguen siendo insuficientes frente a la magnitud del problema. Se requieren acciones más contundentes y sostenidas que no solo respondan a emergencias, sino que prevengan nuevos episodios de contaminación y garanticen un entorno más saludable para la población.
Se repite la historia: la alerta ambiental 2024
En mayo de 2024, la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México enfrentaron otro de los episodios ambientales más críticos en términos de calidad del aire, con varias activaciones de la Fase I de contingencia ambiental por ozono.
Posteriormente, el 9 de mayo, la estación de monitoreo en Gustavo A. Madero registró 158 partes por billón (ppb) de ozono, superando el umbral de 150 ppb, lo que llevó a mantener la Fase I para proteger a la población y restringir actividades al aire libre.
No obstante, las condiciones atmosféricas desfavorables se prolongaron hasta el 24 de mayo. Como parte de las medidas de contingencia, se implementó el doble "Hoy No Circula" para intentar mitigar los efectos, aunque los niveles de contaminación se mantuvieron peligrosamente altos durante varios días, prolongando la contingencia ambiental por 48 horas consecutivas en algunas zonas.
Finalmente, aunque la contingencia fue levantada el 25 de mayo, cuando los niveles descendieron a parámetros aceptables, entre el 30 y el 31 de mayo, se volvieron a registrar picos críticos de ozono: la estación Pedregal alcanzó cerca de 160 ppb y el Centro de Ciencias de la Atmósfera 155 ppb.
En total, mayo de 2024 acumuló al menos cinco contingencias ambientales, reflejo de un patrón donde el calor, la radiación solar intensa y la falta de viento agravaron los niveles de ozono en el Valle de México.
Problemas ambientales de los últimos años
Actualmente, México enfrenta diversos problemas ambientales que impactan significativamente el entorno natural y la calidad de vida de sus habitantes.
Entre los principales desafíos de los últimos años se encuentran las olas de calor cada vez más frecuentes, la deforestación de grandes zonas naturales para el desarrollo de para megaproyectos, temperaturas extremas en América del Norte que afectan la generación eléctrica y la escasez de agua que impacta directamente en los grandes sistemas de abastecimiento que sirven a diferentes regiones del país, como el Sistema Cutzamala y el Sistema Lerma.
A continuación, se presentan detalles actualizados y estadísticos de estos problemas, así como las posibles soluciones mediante el uso de energías renovables.
Olas de calor
Las olas de calor son uno de los principales problemas ambientales en México, las cuales han aumentado en frecuencia e intensidad como consecuencia del cambio climático.
Durante el verano de 2023, varias regiones del país experimentaron temperaturas récord, superando los 45°C en algunas zonas del norte Sin embargo, el 2024 resultó aún más crítico, al presentar tres olas de calor consecutivas que rompieron récords históricos a nivel nacional.
En la Ciudad de México se vivieron los días más calurosos desde 1860, con temperaturas superiores a los 33 °C agravadas por la escasez de agua, mientras que en el norte del país se volvieron a registrar temperaturas de hasta 45 °C en el mes de mayo.
No obstante, abril de 2024 se destacó como el mes más caluroso, no solo en México, sino en 47 países del mundo. Durante esa temporada, gran parte del oriente, centro y noroeste del país enfrentó sequías excepcionales, y las temperaturas se mantuvieron de dos a cinco grados por encima de los niveles habituales, generando una sensación de calor sofocante.
La segunda ola de calor, en mayo de 2024, puso de manifiesto la vulnerabilidad del sistema eléctrico. El 7 de mayo se registró un apagón masivo en 18 estados debido a la altísima demanda de energía, después de que 11 entidades reportaran temperaturas superiores a los 45 °C.
Ciudades turísticas como Cancún y Playa del Carmen permanecieron casi dos horas sin electricidad, afectando a miles de usuarios. Ese día, el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) declaró un estado de emergencia al alcanzar la demanda eléctrica un pico de 48,472 MW, uno de los más altos de la historia.
Sin embargo, estos no fueron hechos aislados. La presión sobre la red continuó incrementándose durante 2025, cuando, el 25 de marzo, un nuevo apagón dejó a gran parte del sureste mexicano sin electricidad. Quintana Roo y Tabasco fueron los estados más afectados, aunque también se reportaron cortes en Campeche y Yucatán.
Estos episodios reflejan cómo los efectos del cambio climático no solo comprometen la salud y el bienestar de la población, sino también la estabilidad energética y económica del país. Si quieres conocer más sobre el impacto de los fenómenos climáticos extremos en la demanda y suministro de energía, te invitamos a leer nuestro artículo al respecto.
Deforestación de grandes zonas naturales
La construcción de diversos megaproyectos de infraestructura y transporte en los últimos años han generado controversia por la deforestación que conllevan. Uno de los ejemplos más visibles es la construcción del Tren Maya, que inició en 2018.
Se estima que las afectaciones ambientales vinculadas a este proyecto han alcanzado hasta 1.5 millones de hectáreas de selva, comprometiendo la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que estos bosques proporcionan. La pérdida de cobertura forestal no solo amenaza a especies y hábitats, sino que también incrementa las emisiones de CO₂, acelerando los efectos del cambio climático.
A esto se suma que, recientemente, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) autorizó el desmonte de 261 hectáreas para la construcción de una terminal multimodal del Tren Maya en Cancún.
Esta nueva fase implica riesgos graves para el equilibrio ecológico de la región, la biodiversidad —con impacto directo sobre 12 especies— y los territorios indígenas que dependen de estos ecosistemas.
Organizaciones ambientalistas ya han advertido que el proyecto avanza hacia una etapa de carga diseñada para el transporte masivo de mercancías, lo que refuerza la preocupación de que el Tren Maya no se limite a un fin turístico o de movilidad de pasajeros, sino que consolide un modelo con consecuencias ambientales y sociales de gran alcance.
Otro de los megaproyectos más controversiales de los últimos años ha sido la construcción de parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Aunque la región posee una de las mayores capacidades de generación eólica del país, también ha sido escenario de numerosas denuncias de comunidades locales por los impactos socioambientales vinculados a estos proyectos.
En términos ecológicos, se ha reportado una amplia eliminación de cobertura vegetal para abrir caminos y levantar infraestructura, la fragmentación del hábitat y riesgos para especies de aves y murciélagos que pueden colisionar con los aerogeneradores.
En el plano social, comunidades indígenas y campesinas han denunciado procesos de consulta inadecuados, contratos firmados sin información clara o bajo presión, desigualdad en la distribución de beneficios y cambios de uso de suelo sin su consentimiento pleno.
A ello se suman otros efectos como la alteración del paisaje, la contaminación puntual por lubricantes de maquinaria, el ruido y la degradación del suelo, lo que ha intensificado el descontento local frente a un modelo de desarrollo que no siempre garantiza justicia ambiental ni social.
Escasez en sistemas de abastecimiento de agua
Sistema Cutzamala
El Sistema Cutzamala, que abastece el 26% del agua potable que se consume en el valle de México, enfrenta una escasez crítica. Los niveles de agua en las presas del sistema han disminuido significativamente debido a la sequía prolongada, un fenómeno que agrava los problemas ambientales en México.
El Sistema Valle de Bravo, parte integral del Sistema Cutzamala, ha estado operando a niveles críticamente bajos. Durante 2023 y 2024, este embalse, junto con otros del Sistema Cutzamala, ha mantenido niveles de agua peligrosamente bajos, llegando a estar cerca del 27% de su capacidad total, lo que genera una seria preocupación por la capacidad de abastecimiento de agua para la Ciudad de México y el Estado de México. Esta situación refleja claramente uno de los muchos problemas ambientales que enfrenta la región.
El Sistema Cutzamala abastece principalmente a las delegaciones del poniente y suroeste de la Ciudad de México y suministra agua a diversos municipios del Estado de México, como Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza y otros que se encuentran en la periferia de la capital. En total, el Sistema Cutzamala abastece a cerca de 5 millones de personas en la zona metropolitana del valle de México, siendo un ejemplo más de cómo los problemas ambientales en México afectan a millones de ciudadanos.
Además de lo anterior, México cuenta con varios otros sistemas importantes de abastecimiento de agua que sirven a diferentes regiones del país y que también enfrentan situaciones críticas de escasez.
Sistema Lerma
El Sistema Lerma, que incluye al Lago de Chapala, ha vivido una de sus peores crisis, con niveles de agua extremadamente bajos debido a la persistente sequía y la sobreexplotación, lo que agudiza los problemas ambientales en la región. Esta situación ha causado tandeos prolongados, afectando a miles de personas en la zona metropolitana de Guadalajara.
Sistema Chapala-Guadalajara
En el Sistema Chapala-Guadalajara, también centrado en el Lago de Chapala, los problemas han sido igualmente severos. La crisis hídrica ha provocado interrupciones en el servicio de agua en varias zonas de Guadalajara, exacerbada por la escasez y la mala gestión del recurso.
La pérdida de aproximadamente un metro con veinte centímetros en el Lago de Chapala en época de estiaje es otra muestra de los serios problemas ambientales en México. Esta sequía extraordinaria, la peor de las últimas dos décadas, junto con cinco años de malas lluvias, ha generado un déficit de agua importante.
Sistema Río Colorado-Tijuana
El Sistema Río Colorado-Tijuana también ha estado al borde de la escasez, particularmente en Tijuana, donde las condiciones se han deteriorado aún más. Las sequías prolongadas y la sobreexplotación del agua del Río Colorado han llevado a racionamientos severos y a una situación crítica para el suministro de agua en la ciudad.
Sistema Acueducto Independencia
El Sistema Acueducto Independencia, que sirve a Hermosillo, Sonora, también ha experimentado dificultades. La combinación de altas temperaturas y escasas precipitaciones ha comprometido la capacidad del acueducto para satisfacer la demanda de agua en la región, reflejando nuevamente la vulnerabilidad de México frente a este tipo de problemas ambientales.
Sistema Pánuco
Por su parte, el Sistema Pánuco, que abastece a la ciudad de Monterrey, ha enfrentado presiones debido a la alta demanda y la variabilidad climática, especialmente durante los periodos de sequía que afectan al noreste del país. Aunque los reportes específicos son menos frecuentes, la región continúa bajo riesgo debido a la inestabilidad del suministro, una preocupación más que se suma a los problemas ambientales en México.
De manera particular, la escasez de agua en Nuevo León ha sido una de las problemáticas más críticas de los últimos años. En 2022, el estado enfrentó la peor sequía en tres décadas: las presas Cerro Prieto y La Boca llegaron a registrar niveles de llenado inferiores al 5%, lo que obligó a imponer cortes y restricciones en el suministro.
Si bien los niveles se han recuperado parcialmente, la crisis evidenció la vulnerabilidad del sistema hídrico y dejó abierta la discusión sobre cómo garantizar un abasto seguro y sostenible.
En este contexto, el gobierno estatal anunció recientemente el proyecto de construcción de la presa Rompepicos II, en el municipio de Santa Catarina, con el argumento de que este desarrollo ayudará a prevenir inundaciones, reforzar el abastecimiento de agua potable y favorecer la recarga del acuífero.
No obstante, especialistas y organizaciones ambientales han advertido que el trazo original del proyecto contempla áreas de montaña y ecosistemas sensibles, posiblemente dentro o en la periferia del Parque Nacional Cumbres de Monterrey, lo que podría tener efectos negativos sobre la flora, la fauna y los ciclos hidrológicos de la Sierra.
Ante estas preocupaciones, la SEMARNAT negó los permisos para edificar parte del proyecto en áreas sensibles como el Cañón Divisadero y el Pico del Águila, al reconocer el riesgo de afectar flora y fauna silvestres.
Paralelamente, colectivos ciudadanos y organizaciones ambientales han exigido que, antes de autorizar la obra, se lleve a cabo una consulta pública transparente y que los estudios de impacto ambiental sean exhaustivos, contemplando alternativas menos dañinas para la Sierra y sus ecosistemas.
Como se ha evidenciado hasta ahora, estos desafíos reflejan la creciente vulnerabilidad de los sistemas hídricos de México ante el cambio climático, las sequías y la sobreexplotación de recursos naturales, subrayando la necesidad urgente de una gestión más efectiva y sostenible de los recursos hídricos en el territorio.
La crisis del agua es solo uno de los problemas ambientales en México más críticos y requiere de soluciones integrales para evitar mayores impactos en el medio ambiente y en la salud y calidad de vida de la población.
Soluciones sostenibles para los problemas ambientales en México
Para enfrentar estos desafíos, la adopción de energías renovables representa una de las principales vías para mitigar los problemas ambientales de México.
Incrementar la capacidad instalada de energías limpias en la matriz energética del país reduce la dependencia de combustibles fósiles y disminuye las emisiones de CO₂.. La integración de paneles solares en microrredes permite un suministro energético más confiable y resiliente, especialmente en áreas vulnerables a interrupciones en el suministro de gas y otros hidrocarburos.
Por otro lado, implementar proyectos de reforestación y conservación de bosques y selvas no solo compensa la pérdida de cobertura vegetal causada por megaproyectos, sino que también captura carbono y protege la biodiversidad de estas áreas críticas.
Invertir en tecnologías de gestión eficiente del agua, como la desalación impulsada por energías limpias y la reutilización de aguas residuales, puede aliviar la presión sobre los diversos sistemas de abastecimiento hídrico del país y garantizar un suministro de agua más sostenible frente a la creciente probabilidad de sequías por el cambio climático.
Un ejemplo de lo anterior es que desde 2023 con el proyecto Escuelas de Captación se han instalado más de 2,000 sistemas de captación de agua de lluvia (SCALL) en más de 1,800 planteles y espacios educativos de todos los niveles educativos en la Ciudad de México, con lo que se ha beneficiado a más de 1.3 millones de usuarios totales considerando personal y estudiantes con una inversión de 300 millones de pesos.
Es sabido que enfrentar las problemáticas ambientales de México requiere un enfoque integral que combine la mitigación de los efectos del cambio climático con el desarrollo de infraestructuras resilientes y sostenibles que eviten seguir emitiendo gases tóxicos a la atmósfera.
La transición hacia energías renovables, junto con el uso de microrredes, puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fortalecer la capacidad del país para enfrentar futuros desafíos climáticos y ambientales.
Otros problemas ambientales que enfrenta México
México y la movilidad

En la actualidad, las ciudades mexicanas están dominadas por los vehículos a motor. Las estimaciones recientes sugieren una tendencia alarmante en el uso de automóviles privados, donde la flota de vehículos podría alcanzar los 70 millones de vehículos en 2030.
Esta tendencia plantea una serie de preocupantes retos ambientales para México, como el incremento sostenido de la congestión vehicular y la contaminación del aire derivada de una flota automotriz envejecida, así como la limitada inversión en tecnologías sostenibles.
Además, de acuerdo con el Centro Mario Molina, los mexicanos pasan en promedio dos horas diarias en el transporte, lo que impacta directamente a cinco grandes áreas urbanas del país: Valle de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla-Tlaxcala y León, donde se concentra el 42% de la población urbana.
Esta situación se traduce en mayor congestión vial, contaminación local, ruido, emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y accidentes automovilísticos, generando un costo social equivalente al 4% del PIB total de estas ciudades.
Sin embargo, en un esfuerzo por revertir este impacto, en los últimos años, distintos sectores han impulsado diversas iniciativas para promover la electromovilidad en México, abriendo la puerta a soluciones más sostenibles.
De acuerdo con el “Mapeo de Electromovilidad” de El Cluster Industrial B2B, durante los primeros cuatro meses de 2025 la producción nacional de vehículos eléctricos superó las 81 mil unidades, un crecimiento del 72.27% frente al mismo periodo de 2024. Las proyecciones estiman que México cerrará el año con más de 250 mil unidades producidas, un incremento del 21.17% respecto al año anterior.
De manera paralela, el ecosistema empresarial continúa expandiéndose: ya son 439 las compañías involucradas en electromovilidad y componentes asociados, lo que representa un aumento del 37.1%. Hacia 2030, se espera que los vehículos eléctricos a batería (BEV) representen cerca del 3.6% de las ventas de autos nuevos en el país.
Los beneficios ambientales son claros. Según un estudio del International Council on Clean Transportation (ICCT), las emisiones de CO₂ de un vehículo eléctrico durante su ciclo de vida completo son entre un 19% y un 69% menores que las de un automóvil de combustión, dependiendo de la región.
A medida que las matrices energéticas se descarbonicen, esta diferencia podría alcanzar entre el 74% y el 77%. En el caso de los vehículos eléctricos alimentados exclusivamente por energías renovables, las emisiones de gases de efecto invernadero pueden ser hasta un 81% más bajas.
No obstante, la infraestructura de carga en México sigue siendo una limitante. Al primer trimestre de 2025 se contabilizaron 47,456 puntos de carga, un aumento del 5.5% respecto a finales de 2024. Sin embargo, el 92.5% corresponde a cargadores privados, lo que deja solo un 7.5% accesible al público. Esta brecha se refleja en la proporción: en México existen 41 vehículos eléctricos por cada punto de carga público, frente al promedio mundial de 2.6 registrado en 2023.
Estos datos muestran que, aunque el país avanza en producción y adopción de vehículos eléctricos, la transición hacia una movilidad realmente sustentable dependerá de acelerar la expansión de infraestructura de carga pública y de asegurar que la energía que los alimente provenga de fuentes limpias.
En el caso de la utilización de sistemas fotovoltaicos, México cuenta con una ubicación privilegiada para generar energía solar, que se puede aprovechar en la carga de vehículos eléctricos con fuentes limpias y renovables.
A pesar de que México aún tiene un largo camino por recorrer en el ámbito de la electromovilidad, se están dando pasos importantes y se espera que, con el tiempo, cada vez más personas y empresas apuesten por esta alternativa para disminuir sus emisiones de carbono y fomentar la movilidad sustentable.
Como base de lo anterior destaca el ambicioso objetivo que plantea la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica (ENME), donde fija como meta el año 2030 para que el 50% de la venta de vehículos nuevos ligeros y pesados en México corresponda a unidades cero emisiones.
Además, esta iniciativa también tiene como propósito que al principio de la próxima década las 10 ciudades y zonas urbanas del país con más altas emisiones de gases de efecto invernadero incorporen vehículos eléctricos a sus sistemas de transporte público.
¿Que se ha hecho para solucionar este problema ambiental?
Las primeras acciones se tomaron en 2007. En respuesta a los importantes desafíos, la Ciudad de México elaboró el Plan Verde, el cual incluía programas de transporte y movilidad.
Junto con el Plan Verde y un Programa Integrado de Transporte Urbano, se promovió una estrategia de movilidad con bicicletas. Estos programas se basaron en mejorar el transporte urbano masivo.
Los objetivos de dichos planes incluían:
- Mejorar la calidad y disponibilidad del transporte público
- Reducir el número de vehículos privados en las carreteras
- Acelerar la movilidad en la carretera
- Reducir el tráfico y congestionamiento
- Fomentar una cultura vial que respete a los ciclistas y a los peatones
- Promover el desarrollo sostenible en México
Otra iniciativa es el sistema de bicicletas públicas Ecobici, uno de los éxitos de la promoción de los usos sostenibles del transporte. Fue lanzado en 2010 como parte de la Estrategia de Movilidad en Bicicleta de la Ciudad de México.
Inició operaciones con 85 estaciones y actualmente cuenta con 689 y más de 9,300 bicicletas en circulación. Los usuarios de Ecobici son encuestados y el sistema es evaluado cada año. Con alrededor de 80,000 usuarios activos por semana, se realizan en promedio entre 25,000 y 30,000 viajes diarios lo que lo coloca entre los 10 sistemas públicos de bicicletas más grandes del mundo y como el sistema de bicicletas compartidas más grande e importante de Latinoamérica.
Otra iniciativa del gobierno es el evento Muévete en Bici. Desde 2007, parte del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, una de las avenidas principales de la ciudad, se cierra regularmente al paso de los coches para dar cabida a peatones y ciclistas en el marco de dicho evento. Este evento, que en 2024 celebró su 17º aniversario, se ha convertido en uno de los eventos más grandes de Latinoamérica que promueven la movilidad sostenible.
A lo largo de los años, Muévete en Bici ha acumulado un total de 28 millones de asistentes, con récords de participación como el del 7 de abril de 2024, cuando más de 115 mil personas participaron, superando la marca anterior de 111 mil personas establecida el 24 de octubre de 2021. Además, el Paseo Nocturno del 9 de noviembre de 2019 registró una asistencia récord de más de 147 mil personas.
Por otro lado, en 2008, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales inauguró la Oficina de Estrategia de Movilidad No Motorizada, con el objetivo de coordinar la construcción de una mejor infraestructura para la circulación de los ciclistas y promover la integración de la bicicleta en el sistema de transporte urbano.
Esta iniciativa ha contribuido a consolidar una cultura urbana en torno al uso de la bicicleta y ha ampliado el acceso de la población a este medio de transporte.
En 2010, se dio un paso adicional en la materia con la peatonalización de los centros históricos y barrios de la ciudad, acompañada de la implementación del “Programa de Corredores de Movilidad No Motorizada”, mediante el cual se incorporaron 31 kilómetros de carriles exclusivos para bicicletas.
Estas acciones fortalecieron la infraestructura ciclista y complementaron los esfuerzos previos, consolidando el uso de la bicicleta como una alternativa real, eficiente y sostenible de transporte urbano.
México y la contaminación del agua

Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) alertó sobre el agua mexicana, clasificando el agua potable en la mayoría de las regiones de México como fuertemente contaminada o excesivamente contaminada.
Sobra decir que las consecuencias de esto son graves, por ejemplo, en el estado de Oaxaca una gran cantidad de personas han muerto por consumir agua contaminada y se estima que un tercio de los problemas gastrointestinales que sufren los mexicanos podría deberse a esta contaminación.
En México, los sistemas hidráulicos tienen al menos 500 años de antigüedad, lo que puede ser la causa de la mala calidad del agua, dijo la OCDE, pues desde tiempos remotos se iniciaron las maniobras en manantiales, lagos, lagunas y ríos.
Un problema importante que México enfrenta en el siglo XXI es la escasez de agua, ya que más de la mitad de la tierra del país es árida e improductiva.
Otro problema que encontró el informe son los porcentajes bajos de tratamiento de aguas negras. Solo dos de tres mexicanos están conectados a una planta pública de tratamiento de aguas residuales, siendo uno de los porcentajes más bajos registrados por la OCDE.
¿Qué se recomienda hacer al respecto? La OCDE ha mencionado que México necesita grandes inversiones en el tratamiento y distribución de este recurso natural. Esto para apoyar a una población en crecimiento y evitar futuras crisis hídricas en el país.
La OCDE también ha recomendado fijar cuotas basadas en los costos de suministro, contaminación y recursos (que reflejen la escasez de los recursos hídricos) y atender con medidas focalizadas aspectos de asequibilidad ajenos a la factura por suministro de agua.
Es necesario que el gobierno mexicano continúe impulsando el desarrollo de políticas públicas que incentiven la implementación de tecnologías limpias y la gestión sostenible del agua, y que se establezcan alianzas para enfrentar y superar los retos de la crisis hídrica y el cambio climático.
El ordenamiento urbano de México y sus implicaciones ambientales

El fenómeno del crecimiento urbano es una tendencia global. De hecho, según las Naciones Unidas, se estima que el 70% de las personas vivirán en ciudades para 2030. En el caso de México, para esa misma fecha, se proyecta que habrá 20 ciudades con más de un millón de habitantes. Este crecimiento acelerado plantea desafíos significativos, especialmente en relación con los problemas ambientales.
En México, existe un sistema jerárquico de ciudades, en el cual la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene la máxima jerarquía, seguida por la zona metropolitana de Guadalajara y la de Monterrey. Este patrón de crecimiento urbano ha exacerbado los problemas ambientales en México, como la contaminación del aire, la pérdida de áreas verdes y la creciente demanda de recursos naturales.
Las grandes ciudades de México suman más de 41 millones de habitantes, mientras que las ciudades medias albergan a 30 millones y las ciudades pequeñas a unos 9 millones. Este continuo crecimiento poblacional en zonas urbanas sigue intensificando los problemas ambientales, lo que requiere de un ordenamiento urbano sostenible para mitigar estos efectos negativos y asegurar un futuro más equilibrado para las generaciones que vienen.
México: El país que genera más basura en Latinoamérica

En el planeta Tierra se generan al menos 11,200 millones de toneladas de basura al año y en Latinoamérica y el Caribe unas 216 millones de toneladas.
En México, se producen poco más de 42 millones de toneladas de residuos sólidos al año, de acuerdo con el Gobierno Federal. Al día, un mexicano promedio genera 1.16 kilogramos de basura, siendo de los países de Latinoamérica donde más basura se genera, un claro reflejo de los problemas ambientales que enfrenta el país.
Según el Banco Mundial, la elevada producción de basura en México se debe a diversas causas, entre las que destacan su papel como importante destino turístico y que las costas mexicanas han servido como vertederos globales de basura, un tema que requiere regulación internacional y que agrava la situación ambiental que ya es alarmante.
¿Cómo contribuir a disminuir este problema? Una de las soluciones más efectivas a nivel industrial es la implementación de programas de reciclaje integral. Las empresas pueden invertir en tecnologías para la clasificación, procesamiento y reutilización de residuos, transformándolos en nuevos materiales o productos. Además, es crucial promover la economía circular, donde los desechos se reintegran en la cadena de producción, reduciendo así la necesidad de materias primas vírgenes.
Otra estrategia es establecer alianzas entre el sector privado y los gobiernos para desarrollar infraestructura de reciclaje a gran escala, facilitando el tratamiento adecuado de los residuos industriales.
Además, la capacitación y sensibilización de los trabajadores también juega un papel fundamental, garantizando que los procesos de reciclaje se realicen de manera eficiente y segura. Esto, además de ayudar a disminuir los problemas ambientales en México, también contribuye a la creación de empleos verdes y a la sostenibilidad a largo plazo del país, consolidando que la industria disminuya su impacto ambiental.
México: Conclusiones ambientales

México es uno de los primeros países del mundo en aprobar una ley específica sobre el cambio climático: la Ley General de Cambio Climático. Con la reforma de 2018, se establecieron metas obligatorias de reducción de emisiones nacionales de gases de efecto invernadero (GEI) en un 30% para el 2030 y en un 50% para el 2050.
Asimismo, el país también cuenta con una Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC), diseñada para orientar la formulación de políticas en los próximos 40 años. Sin embargo, solo alrededor de la mitad de los estados mexicanos han elaborado un plan estatal en la materia, apenas siete han aprobado sus propias leyes en el tema y únicamente 11 han comenzado a medir sus emisiones de dióxido de carbono.
En línea con estos compromisos, la SEMARNAT presentó a inicios del 2025 la actualización de ENCC, cuyo propósito es fomentar la corresponsabilidad de todos los sectores de la sociedad en la transición hacia una economía competitiva, sustentable y de bajas emisiones de carbono.
Esta estrategia busca fungir como hoja de ruta para alcanzar una Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC 3.0) ambiciosa, concreta y realista, tanto en mitigación como en adaptación.
Para ello, México se ha comprometido a reducir 140 millones de toneladas de emisiones de carbono hacia 2030, lo que implicaría pasar de 758 millones a 618 millones de toneladas anuales de CO₂. Para lograrlo, se contemplan acciones como acelerar la transición hacia energías limpias, impulsar un plan nacional de reforestación y avanzar en la aprobación de la Ley de Economía Circular.
Esto es una clara muestra de la activa participación de México en la promoción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, reflejando el tradicional enfoque multilateral del país en la formulación de la política exterior.
Un ejemplo de esto es la participación de México en las conversaciones sobre el cambio climático a nivel global, como la 29ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29).
Sin embargo, a nivel nacional los problemas ya son críticos y el enfoque proactivo de formulación de políticas ambientales a nivel internacional no está siendo suficiente, pues no va acompañado de un compromiso con la aplicación de las políticas ambientales nacionales.
Dentro de este contexto, la implementación de sistemas fotovoltaicos con el uso de sistemas de almacenamiento de energía y la integración de microrredes de energía limpia en el sector industrial mexicano es una oportunidad clave para enfrentar los problemas ambientales que tiene el país a largo plazo.
La transición hacia fuentes de energía renovable es cada vez más urgente ante el acelerado proceso de deterioro ambiental que está afectando a México y al mundo en general. Además, no solo se trata de un tema ambiental, sino también de una forma de ahorrar en costos de energía y aumentar la resiliencia de las empresas ante los impactos ambientales y económicos.
Es importante que los gobiernos, las empresas y la sociedad en general impulsen la adopción de tecnologías limpias y sostenibles en el sector industrial, con el fin de construir un futuro más próspero, resiliente y sostenible para todos.
¿Por qué es 1.5°C importante?
El límite de 1.5 °C establecido en el Acuerdo de París no es arbitrario: representa la diferencia entre un futuro con impactos climáticos manejables y uno con consecuencias potencialmente catastróficas.
De acuerdo con el informe de la ONU sobre cambio climático publicado en el primer trimestre de 2025, sin el proceso de cooperación multilateral impulsado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el planeta podría dirigirse hacia un aumento de hasta 5 °C.
Sin embargo, también resalta que, incluso con los compromisos actuales, las proyecciones apuntan a un incremento cercano a 3 °C, lo que superaría con creces el umbral de seguridad. Mantener el calentamiento en 1.5 °C es crucial para reducir riesgos extremos como sequías prolongadas, olas de calor más intensas, pérdida acelerada de biodiversidad y afectaciones irreversibles a la salud y a los ecosistemas.
En este contexto, el reto para México y el mundo es claro: cumplir y reforzar los compromisos climáticos, ampliando la acción colectiva y la cooperación internacional para evitar un escenario de daños irreversibles.