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En el entorno industrial, los paros de producción pueden programarse o surgir de forma imprevista. Los primeros responden a mantenimientos planificados o ajustes operativos; los segundos, a fallas técnicas, condiciones externas o interrupciones en el suministro eléctrico. Estos últimos representan un riesgo operativo relevante por su impacto en los costos, la productividad y la cadena de suministro.
La energía eléctrica es un insumo crítico para la operación de cualquier planta: procesos como manufactura, refrigeración, automatización o almacenamiento dependen de una red estable y confiable. Cuando esa continuidad se ve afectada, las consecuencias pueden ser inmediatas.
En este artículo analizamos las causas más frecuentes de los apagones de luz, sus efectos y las soluciones disponibles para anticipar, mitigar o evitar estos eventos.
¿Qué es un paro programado en la industria?
Un paro programado es una detención planificada de las operaciones, implementada con el objetivo de ejecutar tareas específicas como mantenimiento preventivo, instalación de nuevas tecnologías o ajustes en la línea de producción –pausas muy frecuentes en industrias con procesos altamente tecnificados, como la automotriz o la electrónica–.
Estos paros suelen alinearse con los ciclos de menor demanda o con periodos vacacionales, lo que permite reducir su impacto operativo. Al programarse con antelación, las empresas pueden optimizar el uso de recursos humanos, evitar sobrecostos y mantener la continuidad en su cadena de suministro.
Durante estos lapsos se realizan actividades clave para la actualización tecnológica y la eficiencia operativa: modificaciones en el diseño de planta, incorporación de automatización, cambio de utillajes o moldes, y capacitación técnica para el personal.
Aunque estos eventos están controlados, siguen implicando una interrupción de la producción. Su éxito depende de una planeación precisa y de que no se presenten contingencias externas que alteren el calendario previsto, como problemas en el suministro eléctrico.
Tipos de cortes en el suministro eléctrico
Las interrupciones eléctricas pueden clasificarse en dos tipos: programadas y no programadas. Las primeras son anunciadas con anticipación por el operador del sistema y responden, por lo general, a trabajos de mantenimiento, modernización de la red o ajustes operativos.
Este tipo de cortes permiten a las empresas prepararse con medidas preventivas, como el paro controlado de equipos sensibles o la reprogramación de turnos de producción.
En cambio, los apagones de luz no programados ocurren de forma repentina y sin previo aviso. Pueden deberse a sobrecargas, fallas técnicas, fenómenos climáticos o incidentes en la infraestructura de transmisión o distribución.
Su carácter inesperado los convierte en una de las principales causas de paros no programados en la industria, con impactos inmediatos sobre la seguridad operativa, los niveles de producción y los compromisos comerciales.
¿Qué es un corte eléctrico programado?
Un corte de energía programado es una interrupción controlada del suministro eléctrico, autorizada y notificada con anticipación por la empresa distribuidora (en este caso, la Comisión Federal de Electricidad). En el contexto industrial, estas interrupciones permiten a las compañías tomar medidas preventivas para evitar afectaciones mayores en su operación.
Las causas más comunes incluyen trabajos de mantenimiento en líneas y subestaciones, así como ampliaciones de la infraestructura eléctrica para incorporar nuevos usuarios al sistema. Estas intervenciones buscan garantizar la estabilidad y continuidad del servicio, minimizando el riesgo de fallas mayores.
Cuando se trata de trabajos de mantenimiento, estos suelen responder a estrategias preventivas y predictivas orientadas a conservar la integridad del sistema eléctrico. Las actividades más comunes incluyen el reemplazo de transformadores, cables, conectores y otros componentes críticos de la infraestructura eléctrica.
Mientras que cuando los cortes eléctricos responden a expansiones del servicio, las suspensiones temporales permiten habilitar nueva infraestructura necesaria para conectar a nuevos usuarios al sistema eléctrico. Por lo general, estas intervenciones no superan las dos horas de duración.
Para que un corte de energía sea considerado programado, CFE debe solicitar la autorización correspondiente al órgano regulador con al menos 72 horas de antelación. Esta condición aplica tanto para trabajos de mantenimiento como para ampliaciones o modificaciones del servicio.
Además, debe informar a los usuarios sobre la programación del corte, indicando zonas afectadas, duración estimada y motivo. Esta notificación debe realizarse por medios de difusión masiva, y de forma individual a usuarios industriales conectados en alta tensión o prestadores de servicios públicos, con un mínimo de 48 horas antes del inicio de los trabajos.
Estas notificaciones permiten a las empresas planificar ajustes operativos, realizar mantenimientos paralelos o activar sistemas de respaldo. Sin embargo, aquellas que ya operan con soluciones como sistemas BESS (Battery Energy Storage System) pueden mantener su producción sin interrupciones durante el corte.
Esto es posible debido a que los BESS permiten almacenar energía y suministrarla cuando la red principal se desconecta. Su capacidad de respuesta en milisegundos, además de garantizar continuidad operativa, ofrece estabilidad en la calidad de la energía y reduce el riesgo de daños en equipos sensibles.
¿Qué es un apagon de luz o corte eléctrico no programado?
Los apagones de luz o cortes de energía no programados son interrupciones inesperadas del suministro eléctrico, provocadas por fallas técnicas, sobrecargas o afectaciones en algún punto de la red. A diferencia de los cortes programados, estos eventos ocurren sin previo aviso y dificultan la implementación de medidas de contención.
Su duración puede variar considerablemente. En algunos casos se manifiestan como breves fluctuaciones de voltaje (parpadeos); en otros, como la pérdida total del servicio eléctrico en una zona (conocidos como “apagones”), con afectaciones que pueden prolongarse durante horas o incluso días, dependiendo del tipo y magnitud del daño.
En sectores como el manufacturero, logístico o alimentario, los apagones de luz pueden interrumpir procesos críticos, generar mermas, ocasionar la pérdida de producto y provocar daños mayores en equipos sensibles.
De acuerdo con el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index), una hora sin energía puede representar pérdidas de hasta 200 millones de dólares para el sector industrial. No obstante, las afectaciones son aún mayores cuando el corte impacta procesos con altos niveles de automatización.
Este fenómeno también refleja una problemática estructural a nivel global. Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cada año se pierden aproximadamente 400 TWh de energía a nivel global, una cifra equivalente al consumo de electricidad de México y Chile en el año 2019.
En México, de manera puntual, estas pérdidas equivalen a entre el 0.05% y el 0.18% del PIB, un nivel comparable al presupuesto de programas sociales federales como “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Y, por si esto no fuera suficiente, además del claro impacto económico, estas pérdidas tienen consecuencias ambientales significativas.
Se estima que las ineficiencias en transmisión, distribución y consumo generan entre 5 y 6 millones de toneladas de CO₂ al año, volumen equivalente al consumo de 661 millones de galones de gasolina. Tan solo en 2019, estas emisiones fueron tan elevadas que contrarrestaron por completo los beneficios ambientales logrados por las soluciones de energía solar implementadas a nivel regional.
¿Qué provoca los apagones de luz?
Los apagones de luz o cortes de energía no programados pueden originarse por una amplia variedad de factores que afectan la red eléctrica en diferentes niveles: generación, transmisión o distribución.
En el caso de la industria, estas interrupciones suelen estar vinculadas a condiciones climáticas adversas, fallas técnicas, sobrecargas del sistema o incluso errores humanos. A continuación, enlistamos las principales causas que pueden detonar este tipo de eventos:
1. Climas extremos
Los fenómenos meteorológicos severos son una de las principales causas de apagones de luz en todo el mundo. Tormentas, vientos fuertes, lluvias intensas e inundaciones pueden dañar líneas de transmisión, subestaciones y transformadores; además, suelen dificultar las tareas de reparación y extender los tiempos de restablecimiento de la red.
En temporadas de temperaturas extremas, los sistemas eléctricos enfrentan mayor presión. Durante el invierno, el uso continuo de calefacción incrementa la demanda; en verano, los sistemas de climatización como aires acondicionados elevan significativamente las cargas sobre la red.
Según Climate Central, entre 2000 y 2021, el 83% de los grandes cortes eléctricos en Estados Unidos estuvieron relacionados con eventos climáticos: tan solo entre 2011 y 2021 se registraron 1,542 interrupciones de este tipo, un aumento del 78% respecto a la década anterior. Las principales causas fueron frentes fríos (22%), ciclones tropicales (15%) y otros fenómenos severos (58%).
En México, el riesgo asociado a eventos climáticos en Estados Unidos se agrava por la alta dependencia del gas natural importado, especialmente desde Texas. De acuerdo con Ember, la demanda de gas para generación eléctrica en el país aumentó de 1,017 MMpcd en el año 2000 a 5,387 MMpcd en 2024.
Esta dependencia resulta crítica cuando ocurren olas de frío en el sur de Estados Unidos, ya que los ductos que transportan el gas pueden congelarse y cortar el suministro: recordemos que EU es responsable de abastecer casi el 70% del gas que se consume en México, convirtiendo cualquier interrupción en una amenaza directa para la operación del SEN.
Este nivel de vulnerabilidad quedó evidenciado en febrero de 2021, cuando una ola de frío en Texas interrumpió el suministro de gas, generando cortes de energía en el norte de México. Según datos de Index, al menos 2,600 empresas resultaron afectadas y las pérdidas superaron los 2,700 millones de dólares en seis estados fronterizos.
2. Daños o fallas en el sistema a gran escala
Los apagones de luz también pueden originarse por fallas internas en la infraestructura del sistema. Estas pueden deberse a errores de operación, fallos en componentes críticos o defectos en el software que regula la red.
Con el tiempo, el desgaste de transformadores, interruptores o sistemas de protección puede comprometer la estabilidad operativa, especialmente si no se realizan mantenimientos oportunos. Estos fallos pueden escalar rápidamente y generar interrupciones regionales.
Un caso que ilustra este tipo de vulnerabilidad ocurrió en abril de 2025, cuando un fallo en la red eléctrica provocó un corte masivo en España y Portugal, generando una interrupción de alrededor del 60% del suministro en la península ibérica —equivalente a unos 15 GW de carga.
Al respecto, se identificaron varias causas técnicas: la primera fue una sobrecarga de voltaje en la red, provocada por una perturbación que no fue compensada adecuadamente por los sistemas automáticos de regulación. A ello se sumó una baja participación de generación térmica, lo que redujo la inercia del sistema y limitó su capacidad de respuesta.
También se detectaron fallos en los sistemas de protección, que no lograron contener la sobrecarga inicial. Esto provocó la desconexión automática en cadena de múltiples centrales eléctricas y líneas de alta tensión en cuestión de segundos.
Aunado a ello, este evento expuso una planificación operativa insuficiente: la red no contaba con reservas ni mecanismos de respuesta rápida para contener el colapso, lo que evidencia la necesidad de fortalecer la resiliencia técnica del sistema.3. Picos de voltaje
Los picos de voltaje —también conocidos como sobretensiones— son aumentos anómalos y repentinos en el nivel de tensión dentro de una red eléctrica. Aunque su duración puede ser de apenas milisegundos, pueden generar daños considerables si no existen sistemas de protección diseñados para contenerlos.
Estas variaciones pueden dañar equipos críticos, interrumpir procesos automatizados y provocar pérdidas económicas importantes. En instalaciones industriales, los picos de voltaje son una de las principales causas de fallas eléctricas y paros no programados. Entre las más comunes se encuentran:
- Fluctuaciones en la red eléctrica pública (CFE) durante reinicios tras apagones, reconexiones de carga o variaciones de demanda.
- Conmutación de grandes cargas internas, como arranques de motores industriales de gran capacidad, hornos eléctricos o compresores.
- Fallas en transformadores, subestaciones o protecciones mal calibradas.
- Rayos o descargas atmosféricas indirectas en líneas de transmisión cercanas.
Este tipo de eventos afecta especialmente al sector hotelero en regiones con alta demanda eléctrica y redes poco robustas. Durante periodos de alta ocupación, el uso simultáneo de aire acondicionado, sistemas de iluminación y agua caliente sanitaria (ACS) puede provocar sobrecargas que desencadenan picos de voltaje.
Por ejemplo, de acuerdo con datos de 2024, los centros turísticos de Playacar y Akumal registraron tasas de ocupación hotelera de hasta el 87.3% y 79.2%, respectivamente. Estas cifras confirman el peso económico del sector y la necesidad de contar con soluciones energéticas estables y resilientes, particularmente en regiones como la península de Yucatán.
4. Desastres naturales
Fenómenos como terremotos, incendios forestales y deslizamientos de tierra pueden provocar daños severos en la infraestructura eléctrica. Estas afectaciones, en muchos casos, comprometen subestaciones, transformadores y líneas de transmisión, generando cortes de energía a escala regional.
Aunque menos frecuentes, también se han documentado interrupciones causadas por erupciones volcánicas o maremotos, que pueden derribar torres eléctricas o dañar componentes críticos del sistema.
Un caso reciente fue el impacto del huracán Otis en octubre de 2023, que tocó tierra en Acapulco como categoría 5, con vientos sostenidos cercanos a los 270 km/h, convirtiéndose en la primera vez que un huracán de esta magnitud impactó directamente la costa del Pacífico mexicano.
De acuerdo con información documentada por la CFE, el huracán dañó más de 10,000 postes, afectó 38 líneas de alta tensión, varias subestaciones, una central de generación y una parte significativa de la infraestructura eléctrica del estado de Guerrero.
Derivado de ello, se estima que más de 513,000 usuarios quedaron sin servicio, lo que representa más del 37% del total estatal. A pesar de la magnitud del impacto, el 99% del suministro eléctrico fue restablecido en un plazo aproximado de diez días, de acuerdo con cifras oficiales.
Los daños materiales se estimaron entre 12 y 16 mil millones de dólares, convirtiendo a Otis en el huracán más costoso en la historia de México. Casos como este evidencian la vulnerabilidad del sistema eléctrico ante eventos extremos y la necesidad de fortalecer los mecanismos de resiliencia en zonas de riesgo.
5. Daños ocasionados por errores humanos
Algunos apagones de luz pueden atribuirse directamente a errores humanos. Durante obras civiles o trabajos de mantenimiento, es posible que se derriben postes, se corten líneas subterráneas o se manipulen componentes eléctricos sin seguir protocolos adecuados.
No obstante, no todos los eventos de este tipo son producto de accidentes operativos. Existen también los llamados cortes por riesgo eléctrico: interrupciones ejecutadas de forma preventiva ante condiciones que amenazan la integridad de las instalaciones o la seguridad de los usuarios.
Estos, se realizan sin notificación previa, ya que responden a situaciones críticas que requieren una desconexión inmediata. Entre las causas más comunes se encuentran:
- Conexiones no autorizadas a la red de distribución (“diablitos”).
- Tomas ilegales o derivaciones que cuentan con contrato pero alteran la instalación.
- Manipulación de equipos de medición.
- Instalaciones eléctricas en condiciones peligrosas.
Aunque estos casos no son los más frecuentes en el sector industrial, pueden generar interrupciones inesperadas y reflejan la importancia de contar con infraestructura segura, supervisión técnica y cumplimiento regulatorio en todos los niveles de operación.
¿Cómo puede prepararse la industria ante apagones de luz?
Aunque las causas estructurales de los apagones de luz recaen en gran medida sobre los operadores del sistema eléctrico, las empresas del sector industrial sí pueden implementar medidas para mitigar su impacto y reducir riesgos operativos.
1. Gestión de cargas y protección ante picos de voltaje
Una gestión adecuada de las cargas internas es clave para evitar fallas por sobrecarga o por picos de voltaje. El arranque simultáneo de equipos de gran capacidad, como compresores, hornos o sistemas de bombeo, debe planificarse para evitar desequilibrios en la red interna.
Asimismo, es indispensable instalar supresores de sobretensión y sistemas de protección que amortigüen las variaciones de voltaje. Esto ayuda a prolongar la vida útil de los equipos y prevenir paros no programados en líneas críticas.
2. Seguridad energética: almacenamiento y respaldo
Ante la alta dependencia del gas natural para la generación eléctrica, resulta estratégico que las industrias fortalezcan su capacidad de respaldo energético. Esto incluye tanto el almacenamiento de combustibles como la implementación de sistemas locales que permitan mantener la operación ante cortes en la red.
Una alternativa cada vez más adoptada es la integración de microrredes industriales. Estas permiten combinar diversas fuentes de energía —como sistemas fotovoltaicos, almacenamiento de energía en baterías (BESS) y plantas de emergencia a base de diésel o gas—, en una configuración flexible, capaz de operar en modo isla durante interrupciones externas.
Asimismo, su capacidad de control inteligente permite priorizar cargas críticas, optimizar el uso de energía almacenada y asegurar una transición estable entre la red principal y los sistemas de respaldo.
Estas soluciones, además de fortalecer la resiliencia operativa, brindan a las empresas la posibilidad de participar en esquemas de gestión de demanda y arbitraje energético, lo que se traduce en mayor control sobre su consumo y en oportunidades para optimizar costos eléctricos.
3. Mantenimiento preventivo y monitoreo continuo
El mantenimiento de subestaciones, tableros, transformadores y sistemas de respaldo es esencial para garantizar la estabilidad eléctrica en entornos industriales: una estrategia basada en mantenimiento correctivo ya no es suficiente ante la complejidad de los procesos actuales.
Implementar esquemas de mantenimiento preventivo permite anticipar fallas antes de que se conviertan en paros operativos. Esto no solo reduce tiempos de inactividad, sino que también disminuye los costos asociados a reparaciones de emergencia y protege la integridad de los activos críticos.
La supervisión constante de variables eléctricas —como tensión, frecuencia o temperatura— ayuda a detectar alteraciones en tiempo real. Esta información es clave para tomar decisiones técnicas antes de que un incidente afecte la producción o comprometa equipos sensibles.
¿Qué regiones enfrentan mayor riesgo de apagones de luz?
Las zonas con alta densidad poblacional o propensas a fenómenos climáticos extremos —como huracanes, lluvias intensas o terremotos— son más vulnerables a interrupciones en el suministro eléctrico. Este riesgo se agrava cuando la infraestructura se encuentra en obsolescencia, sobrecargada o no cuenta con protocolos de respuesta rápida.
En entornos industriales ubicados en estas regiones, es fundamental contar con sistemas de respaldo como plantas de emergencia, almacenamiento en baterías o microrredes híbridas. Estas soluciones permiten mantener la operación incluso cuando la red pública falla.
Pese a ello, muchas regiones carecen de capacidad instalada suficiente para afrontar eventos de elevada magnitud. Esto explica por qué los apagones de luz siguen siendo tan frecuentes en diversos países de Latinoamérica, así como en algunas zonas de Estados Unidos, donde los impactos pueden extenderse por días y afectar significativamente la actividad económica.
¿Qué hacer después de un apagón de luz a nivel industrial?
Tras un corte de energía, el restablecimiento del suministro no implica necesariamente que sea seguro reanudar operaciones de inmediato. Es fundamental seguir una serie de acciones técnicas para proteger los equipos, garantizar la seguridad del personal y evitar daños operativos.
1. Verifica la estabilidad del suministro
Antes de reactivar maquinaria o sistemas automatizados, es importante confirmar que la energía se haya restablecido de forma estable. La presencia de intermitencias o voltajes irregulares puede dañar equipos sensibles o causar fallos de arranque.
Se recomienda esperar entre 15 y 20 minutos tras el retorno del servicio para monitorear la calidad del suministro. Durante ese lapso, debe mantenerse apagada toda carga crítica hasta confirmar condiciones normales de operación.
2. Inspecciona equipos y sistemas antes de reactivar procesos
Una vez que la red eléctrica se ha estabilizado, se debe realizar una revisión básica de los equipos principales. Esto incluye tableros, centros de carga, sistemas de control, motores y conexiones.
También es necesario verificar que no haya señales de sobrecalentamiento, cortocircuitos, olor a quemado o daños visibles. En equipos que trabajan con precisión o bajo condiciones sensibles, conviene realizar pruebas de funcionamiento controladas antes de operar a plena capacidad.
3. Establece protocolos internos para futuras interrupciones
Aunque muchos cortes no pueden prevenirse, sí es posible reducir sus efectos con protocolos definidos. Las empresas deben identificar qué procesos son más vulnerables, documentar las afectaciones registradas y establecer planes de acción claros para eventos futuros.
Capacitar al personal técnico y operativo en protocolos de reconexión, uso de sistemas de respaldo y medidas de seguridad eléctrica puede marcar la diferencia entre una recuperación ordenada y un paro prolongado con consecuencias operativas.
Soluciones energéticas para anticiparse a cortes eléctricos
Los apagones de luz representan un riesgo operativo para las industrias, con impactos directos en la productividad, la calidad del producto y la seguridad del personal. Aunque muchas causas están fuera del control de las empresas, existen soluciones eficaces para mitigar sus efectos y garantizar continuidad operativa.
Incorporar soluciones como microrredes industriales con generación renovable en sitio, almacenamiento en baterías (BESS), monitoreo en tiempo real y mantenimiento preventivo permite a las empresas operar con mayor certidumbre frente a un entorno eléctrico cada vez más inestable.
Además, estas tecnologías ya pueden implementarse sin inversión inicial bajo esquemas financieros como el PPA (Power Purchase Agreement) o Storage as a Service (SaaS), los cuales permiten acceder a infraestructura energética de alto desempeño, pagando solo por la energía utilizada o almacenada.
En Enlight, acompañamos a las empresas en el diseño e implementación de infraestructura energética resiliente, adaptada a sus procesos, riesgos operativos y objetivos de eficiencia. Porque en un entorno donde la energía define la competitividad, anticiparse es clave.